jueves, 25 de julio de 2013

Mi profesor ruso

     Hace unos años nuestra universidad nos presentó a uno de sus  nuevos profesores, era ruso y su especialidad la lingüística. En ese momento y para nuestro estudio nos pareció fascinante tener un profesor ruso, no cualquier alumno de nuestra profesión podría decir que estudió con un lingüista ruso, esto era simplemente fenomenal.
      Faltaban algunos cursos para que éste profesor no diera clases y teníamos muchas expectativas por los comentarios de los alumnos. Finalmente llegó el día, y había cierto suspenso en el ambiente, su seriedad nos hacía sentir nervios. Su boca emanaba tanto conocimiento que era satisfactorio pensar lo que nos deparaba esa experiencia, pero las exigencias y esfuerzo también se hicieron presentes.
     Su manera de comentar nuestros trabajo parecía un poco dura y muy directa, aunque el error de algunas personas fue no hacer conciencia que nuestro maestro pertenecía a una cultura distinta a la nuestra.  Él era simplemente objetivo, concreto y directo; esto no tenía nada de malo. Pero no todas las personas aceptan estos cambios y los aprovechan. Deberíamos tener más conocimientos de otras culturas o investigar sobre ellas, todo esto culmina en un beneficio para nuestro presente y futuro.
    Al final de la carrera aprobamos los cursos afortunadamente, lo que aprendimos fue más provechoso de lo que esperaba, aprendí no solo una materia, aprendí una cultura, una forma de pensar y ha sido una de mis mejores experiencias, mi profesor me enseñó a ser más segura, y objetiva. Mi profesor ruso se ganó mi admiración  y la de mis compañeras y lo seguimos estimando aunque pase el tiempo.